APERTURA DIOCESANA DEL AÑO DE LA FE

A las 12 de la mañana del próximo domingo, 14 de octubre, dará comienzo en la explanada del santuario de Guadalupe la Santa Misa Pontifical presidida por el señor Arzobispo D. Braulio Rodríguez Plaza, con la que dará comienzo al «Año de la Fe» en archidiócesis Primada, tras la solemne celebración de apertura oficial del día 11 presidida por el Papa Benedicto XVI. Con este motivo, la imagen de Nuestra Señora será traslada hasta el presbiterio de la basílica, lo que supone un hecho extraordinario, aunque la Comunidad franciscana no tiene previsto sacar la sagrada imagen a la explanada. La peregrinación al santuario de la Virgen de Guadalupe –«la Morenita de las Villuercas», como es venerada en Extremadura y en numerosas parroquias de nuestra archidiócesis–, que coincide con elXXV aniversario de las Peregrinaciones de jóvenes hasta el santuario mariano, es uno de los actos previstos en el Plan Pastoral Diocesano para este año.


Todos los fieles de la archidiócesis están convocados a peregrinar ese día a Guadalupe. Están especialmente invitados a participar todos los agentes de pastoral, los miembros de los diversos movimientos apostólicos, así como los de las Hermandades y Cofradías de nuestra diócesis. Con ella se pretende que la villa y puebla de Guadalupe -donde también estarán centenares de jóvenes de la XXV Peregrinación diocesana- se convierta el próximo domingo en el centro celebrativo de toda la archidiócesis primada.

HOMILÍA DEL SANTO PADRE PARA COMENZAR EN AÑO DE LA FE.


Homilía que el Papa acaba de pronunciar en el comienzo del AÑO DE LA FE

Venerables hermanos,

queridos hermanos y hermanas

Hoy, con gran alegría, a los 50 años de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, damos inicio al Año de la fe. Me complace saludar a todos, en particular a Su Santidad Bartolomé I, Patriarca de Constantinopla, y a Su Gracia Rowan Williams, Arzobispo de Canterbury. Un saludo especial a los Patriarcas y a los Arzobispos Mayores de las Iglesias Católicas Orientales, y a los Presidentes de las Conferencias Episcopales. Para rememorar el Concilio, en el que algunos de los aquí presentes – a los que saludo con particular afecto – hemos tenido la gracia de vivir en primera persona, esta celebración se ha enriquecido con algunos signos específicos: la procesión de entrada, que ha querido recordar la que de modo memorable hicieron los Padres conciliares cuando ingresaron solemnemente en esta Basílica; la entronización del Evangeliario, copia del que se utilizó durante el Concilio; y la entrega de los siete mensajes finales del Concilio y del Catecismo de la Iglesia Católica, que haré al final, antes de la bendición. Estos signos no son meros recordatorios, sino que nos ofrecen también la perspectiva para ir más allá de la conmemoración. Nos invitan a entrar más profundamente en el movimiento espiritual que ha caracterizado el Vaticano II, para hacerlo nuestro y realizarlo en su verdadero sentido. Y este sentido ha sido y sigue siendo la fe en Cristo, la fe apostólica, animada por el impulso interior de comunicar a Cristo a todos y a cada uno de los hombres durante la peregrinación de la Iglesia por los caminos de la historia.

El Año de la fe que hoy inauguramos está vinculado coherentemente con todo el camino de la Iglesia en los últimos 50 años: desde el Concilio, mediante el magisterio del siervo de Dios Pablo VI, que convocó un «Año de la fe» en 1967, hasta el Gran Jubileo del 2000, con el que el beato Juan Pablo II propuso de nuevo a toda la humanidad a Jesucristo como único Salvador, ayer, hoy y siempre. Estos dos Pontífices, Pablo VI y Juan Pablo II, convergieron profunda y plenamente en poner a Cristo como centro del cosmos y de la historia, y en el anhelo apostólico de anunciarlo al mundo. Jesús es el centro de la fe cristiana. El cristiano cree en Dios por medio de Jesucristo, que ha revelado su rostro. Él es el cumplimiento de las Escrituras y su intérprete definitivo. Jesucristo no es solamente el objeto de la fe, sino, como dice la carta a los Hebreos, «el que inició y completa nuestra fe» (12,2).

El evangelio de hoy nos dice que Jesucristo, consagrado por el Padre en el Espíritu Santo, es el verdadero y perenne protagonista de la evangelización: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres» (Lc 4,18). Esta misión de Cristo, este dinamismo suyo continúa en el espacio y en el tiempo, atraviesa los siglos y los continentes. Es un movimiento que parte del Padre y, con la fuerza del Espíritu, lleva la buena noticia a los pobres en sentido material y espiritual. La Iglesia es el instrumento principal y necesario de esta obra de Cristo, porque está unida a Él como el cuerpo a la cabeza. «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20,21). Así dice el Resucitado a los discípulos, y soplando sobre ellos, añade: «Recibid el Espíritu Santo» (v. 22). Dios por medio de Jesucristo es el principal artífice de la evangelización del mundo; pero Cristo mismo ha querido transmitir a la Iglesia su misión, y lo ha hecho y lo sigue haciendo hasta el final de los tiempos infundiendo el Espíritu Santo en los discípulos, aquel mismo Espíritu que se posó sobre él y permaneció en él durante toda su vida terrena, dándole la fuerza de «proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista»; de «poner en libertad a los oprimidos» y de «proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19).

El Concilio Vaticano II no ha querido incluir el tema de la fe en un documento específico. Y, sin embargo, estuvo completamente animado por la conciencia y el deseo, por así decir, de adentrase nuevamente en el misterio cristiano, para proponerlo de nuevo eficazmente al hombre contemporáneo. A este respecto se expresaba así, dos años después de la conclusión de la asamblea conciliar, el siervo de Dios Pablo VI: «Queremos hacer notar que, si el Concilio no habla expresamente de la fe, habla de ella en cada página, al reconocer su carácter vital y sobrenatural, la supone íntegra y con fuerza, y construye sobre ella sus enseñanzas. Bastaría recordar [algunas] afirmaciones conciliares… para darse cuenta de la importancia esencial que el Concilio, en sintonía con la tradición doctrinal de la Iglesia, atribuye a la fe, a la verdadera fe, a aquella que tiene como fuente a Cristo y por canal el magisterio de la Iglesia» (Audiencia general, 8 marzo 1967). Así decía Pablo VI.

Pero debemos ahora remontarnos a aquel que convocó el Concilio Vaticano II y lo inauguró: el beato Juan XXIII. En el discurso de apertura, presentó el fin principal del Concilio en estos términos: «El supremo interés del Concilio Ecuménico es que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado de forma cada vez más eficaz… La tarea principal de este Concilio no es, por lo tanto, la discusión de este o aquel tema de la doctrina… Para eso no era necesario un Concilio... Es preciso que esta doctrina verdadera e inmutable, que ha de ser fielmente respetada, se profundice y presente según las exigencias de nuestro tiempo» (AAS 54 [1962], 790. 791-792).

A la luz de estas palabras, se comprende lo que yo mismo tuve entonces ocasión de experimentar: durante el Concilio había una emocionante tensión con relación a la tarea común de hacer resplandecer la verdad y la belleza de la fe en nuestro tiempo, sin sacrificarla a las exigencias del presente ni encadenarla al pasado: en la fe resuena el presente eterno de Dios que trasciende el tiempo y que, sin embargo, solamente puede ser acogido por nosotros en el hoy irrepetible. Por esto mismo considero que lo más importante, especialmente en una efeméride tan significativa como la actual, es que se reavive en toda la Iglesia aquella tensión positiva, aquel anhelo de volver a anunciar a Cristo al hombre contemporáneo. Pero, con el fin de que este impulso interior a la nueva evangelización no se quede solamente en un ideal, ni caiga en la confusión, es necesario que ella se apoye en una base concreta y precisa, que son los documentos del Concilio Vaticano II, en los cuales ha encontrado su expresión. Por esto, he insistido repetidamente en la necesidad de regresar, por así decirlo, a la «letra» del Concilio, es decir a sus textos, para encontrar también en ellos su auténtico espíritu, y he repetido que la verdadera herencia del Vaticano II se encuentra en ellos. La referencia a los documentos evita caer en los extremos de nostalgias anacrónicas o de huidas hacia adelante, y permite acoger la novedad en la continuidad. El Concilio no ha propuesto nada nuevo en materia de fe, ni ha querido sustituir lo que era antiguo. Más bien, se ha preocupado para que dicha fe siga viviéndose hoy, para que continúe siendo una fe viva en un mundo en transformación.

Si sintonizamos con el planteamiento auténtico que el beato Juan XXIII quiso dar al Vaticano II, podremos actualizarlo durante este Año de la fe, dentro del único camino de la Iglesia que desea continuamente profundizar en el depisito de la fe que Cristo le ha confiado. Los Padres conciliares querían volver a presentar la fe de modo eficaz; y sí se abrieron con confianza al diálogo con el mundo moderno era porque estaban seguros de su fe, de la roca firme sobre la que se apoyaban. En cambio, en los años sucesivos, muchos aceptaron sin discernimiento la mentalidad dominante, poniendo en discusión las bases mismas del depositum fidei, que desgraciadamente ya no sentían como propias en su verdad.

Si hoy la Iglesia propone un nuevo Año de la fe y la nueva evangelización, no es para conmemorar una efeméride, sino porque hay necesidad, todavía más que hace 50 años. Y la respuesta que hay que dar a esta necesidad es la misma que quisieron dar los Papas y los Padres del Concilio, y que está contenida en sus documentos. También la iniciativa de crear un Consejo Pontificio destinado a la promoción de la nueva evangelización, al que agradezco su especial dedicación con vistas al Año de la fe, se inserta en esta perspectiva. En estos decenios ha aumentado la «desertificación» espiritual. Si ya en tiempos del Concilio se podía saber, por algunas trágicas páginas de la historia, lo que podía significar una vida, un mundo sin Dios, ahora lamentablemente lo vemos cada día a nuestro alrededor. Se ha difundido el vacío. Pero precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para vivir; así, en el mundo contemporáneo, son muchos los signos de la sed de Dios, del sentido último de la vida, a menudo manifestados de forma implícita o negativa. Y en el desierto se necesitan sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza. La fe vivida abre el corazón a la Gracia de Dios que libera del pesimismo. Hoy más que nunca evangelizar quiere decir dar testimonio de una vida nueva, trasformada por Dios, y así indicar el camino. La primera lectura nos ha hablado de la sabiduría del viajero (cf. Sir 34,9-13): el viaje es metáfora de la vida, y el viajero sabio es aquel que ha aprendido el arte de vivir y lo comparte con los hermanos, como sucede con los peregrinos a lo largo del Camino de Santiago, o en otros caminos, que no por casualidad se han multiplicado en estos años. ¿Por qué tantas personas sienten hoy la necesidad de hacer estos caminos? ¿No es quizás porque en ellos encuentran, o al menos intuyen, el sentido de nuestro estar en el mundo? Así podemos representar este Año de la fe: como una peregrinación en los desiertos del mundo contemporáneo, llevando consigo solamente lo que es esencial: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni dos túnicas, como dice el Señor a los apóstoles al enviarlos a la misión (cf. Lc 9,3), sino el evangelio y la fe de la Iglesia, de los que el Concilio Ecuménico Vaticano II son una luminosa expresión, como lo es también el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado hace 20 años.

Venerados y queridos hermanos, el 11 de octubre de 1962 se celebraba la fiesta de María Santísima, Madre de Dios. Le confiamos a ella el Año de la fe, como lo hice hace una semana, peregrinando a Loreto. La Virgen María brille siempre como estrella en el camino de la nueva evangelización. Que ella nos ayude a poner en práctica la exhortación del apóstol Pablo: «La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente… Todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él» (Col 3,16-17). Amén

Fundación COF Archidiócesis de Toledo

Información: Cursos de Monitor de Educación Afectiva y Sexual.
Octubre - Noviembre 2012. (Talavera)
Abril - Mayo 2013. (Toledo)

Estimadas familias, profesores, catequistas, jóvenes y sacerdotes:

Le adjuntamos un correo informativo de los próximos cursos de monitor de educación afectiva y sexual que darán comienzo, el sábado 6 de octubre en Talavera de la Reina y en abril en Toledo.

Las fechas de los días que tendrán lugar los diferentes cursos son:
Talavera: 1ª parte (6-7 de octubre 2012) - 2ª parte (3-4 de noviembre) - 3ª parte (17-18 de noviembre).
Toledo: 1ª parte (6-7 de abril 2013) - 2ª parte (20-21 de abril) - 3ª parte (4-5 de mayo).

En el caso de que no puedan asistir a uno de los fines de semana de formación en el curso de Talavera podrán recuperar la parte correspondiente en la edición del curso en Toledo (1) debido a que el desarrollo de los temas será el mismo (1).-La Fundación se reserva el derecho de suspender la celebración de cualquiera de los cursos en el caso de no cubrir el número mínimo de plazas.

Para información e inscripción llamar al teléfono de la sede del COF en Talavera de la Reina (925 802 325 - 695 120 487) o enviar por email (coftalavera@gmail.com),

Fundación COF Archidiócesis de Toledo
Tels: 925 214 338 - 628 539 070
Delegación Diocesana de Familia y Vida.

INICIO DE CURSO EN EL SEMINARIO MENOR Y MAYOR DE TOLEDO PRESIDIDOS POR NUESTRO ARZOBISPO.

El Seminario Mayor volvió ayer a abrir sus puertas para inaugurar el curso académico con su tradicional misa, presidida por el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez Plaza, y un solemne acto académico que contó con la lectura de la memoria del pasado curso escolar y una lección inaugural a cargo de Enrique Rodríguez Ramos, profesor de Filosofía del centro. Un año más, el secretario del Instituto Superior de Estudios Teológicos y del de Ciencias Religiosas Santa María, Francisco Fernández Jiménez, ofreció una breve pincelada sobre la intensa actividad académica, los estudios ofertados y el alumnado. Si bien este año las cifras son positivas porque aumenta en un 7% el número de alumnos que estudiarán en el Instituto Superior de Estudios Teológicos.

Este curso contará con 140 estudiantes, diez más que el anterior, la mayor parte seminaristas. De este numeroso grupo, 109 realizarán el ciclo de Grado de Teología y 31 alumnos cursarán el Máster de Teología, que incluye las especialidades de Historia de la Iglesia y Teología Fundamental.
También el Instituto de Ciencias Religiosas Santa María da la bienvenida al nuevo curso escolar. En este caso, se calcula que dispondrá de 75 alumnos, pero se trata de una estimación porque el plazo de matriculación aún está abierto. Por último, el Seminario Menor acogerá 58 jóvenes para la Educación Obligatoria Secundaria y el Bachillerato.

actos. La misa en la capilla del Seminario, que se inició a las 11 horas y terminó pasadas las 12, congregó a numerosas autoridades, entre las que destacó la presencia del delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, Jesús Labrador, y numerosos alumnos, todos ellos con traje de chaqueta para la ocasión.
Por su parte, el arzobispo presidió la misa y el acto dando la palabra al secretario de ambos centros para que diera lectura de la memoria académica. Pero el protagonismo recayó en Rodríguez, cuya conferencia también ofrecía cierto misterio por su título, ‘Stromata’. El profesor apuntó que se trataba de una palabra griega que significa tapices, indicada para la lección inaugural, ya que explicó varios conceptos vinculando la filosofía con la religión. Al respecto, comentó la importancia del ‘signo’ y del ‘don’ aplicados al sacerdocio.
Por tanto, Rodríguez recordó las palabras de Benedicto XVI en las Jornadas Mundiales de la Juventud del año pasado, «dos afirmaciones que realizó» para ensalzar el sacerdocio como «un estilo de vida sin mediocridad, una vida de servicio».
Además, el profesor de Filosofía aconsejó a los alumnos que se impliquen en sus estudios académicos porque «son fundamentales para el futuro sacerdote».

Fuente "La Tribuna"

HOMILIA DE D. JOSE RICO PAVÉS EN SU ORDENACIÓN EPISCOPAL.


jose-rico-paves-auxiliar-getafe


Santuario del Sagrado Corazón, Cerro de los Ángeles
Viernes 21 de septiembre de 2012
En vos confío. Acudir a este Santuario es renovar la confianza en el Amor de Cristo que todo lo puede. A los pies de esta emblemática imagen del Sagrado Corazón de Jesús, celebrando la fiesta del apóstol san Mateo, la Iglesia diocesana de Getafe recibe en mi persona a un nuevo obispo auxiliar.
Como estrecho colaborador del obispo diocesano, la Iglesia me encomienda ser, de forma plena, amor del Corazón de Cristo para todos. Permitidme, pues, que mis primeras palabras como obispo sean una oración confiada a Jesucristo, Principio y Fin, Señor de todos, cuyo Corazón traspasado por nuestra salvación es el símbolo del amor infinito que Él tiene al Padre y a cada uno de nosotros.
Queridos don Joaquín, Sres. Cardenales y obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, personas consagradas, fieles laicos; muy dignas autoridades civiles y militares: representantes de la Comunidad de Madrid, alcaldes y miembros de las corporaciones municipales de la diócesis de Getafe y de Toledo, autoridades del Ejercito, de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, autoridades académicas de las Universidades que tenésis sedes en esta diócesis, hermanos todos en el Señor.
Sepan todos que nuestro Dios es Amor. Cuando la Iglesia se dispone a entrar en el Año de la fe, convocado por Benedicto XVI, las palabras de san Juan de Ávila que han inspirado el mensaje de los obispos españoles con motivo de su próxima declaración como Doctor de la Iglesia, deseo que inspiren también mis palabras de agradecimiento en esta tarde. En el conocimiento de esta Verdad está la vida; para proclamar esta Verdad hemos sido enviados. Pero, ¿cómo conseguir que todos, creyentes y no creyentes, lleguen a saber que Dios es Amor? Dejadme que os proponga tres caminos, a través de los cuales expresar mi gratitud en este día: primero, mirar el momento presente con esperanza; segundo, descubrir en el encuentro con Cristo la fuente de la alegría plena; y tercero, no olvidar la fuerza de las lágrimas.
Mirar el momento presente con esperanza
La esperanza es como ancla del alma, recuerda la Carta a los Hebreos, que en medio de las dificultades de este mundo nos permite caminar firmes hacia los bienes eternos. Cuando comuniqué a mis padres que el Papa me había nombrado obispo auxiliar de Getafe, reaccionaron con alegría y, casi con idénticas palabras, manifestaron en seguida su preocupación: No son tiempos para ser obispo, me dijeron. En su preocupación reconozco la solicitud de unos padres que sienten como propias las inquietudes de sus hijos: se alegran con sus alegrías, sufren con sus sufrimientos, y prefieren para ellos el bien exento de todo riesgo. Quizás entonces no lo sabían, pero una vez más, con su reacción me han enseñado a responder con generosidad al Señor. La alegría por un bien que se manifiesta, no debe ocultar la gravedad de la responsabilidad que entraña. Mirar con esperanza el momento presente requiere aprender continuamente del corazón de unos buenos padres. Con corazón de padre y madre deseo abrazar de modo especial a quienes sufren de manera angustiosa las penurias materiales y morales de la actual situación de crisis. En un momento como el actual, que Benedicto XVI ha calificado “de profunda crisis de fe”, la esperanza que viene de lo alto me lleva a reconocer el poder del Amor de Dios, que es siempre más fuerte que las crisis de los hombres.
Hoy reconozco este amor en quienes me acompañáis en esta celebración o lo hacéis unidos desde la oración. Me presento ante vosotros de una manera nueva: al mostrarme como obispo bien sabéis que estoy revestido de vuestro afecto. Doy gracias a Dios por todos vosotros que me demostráis a diario la belleza de vivir en la comunión de la Iglesia. Gracias a Dios por mis padres y mi familia, iglesia de casa, donde he despertado a la fe y he crecido compartiendo la alegría de creer. Gracias a la Asociación privada de fieles Acys, de la diócesis de Granada, donde comencé las tareas apostólicas hasta que el Señor me llamó a seguirle unido a Él como sacerdote; a los padres jesuitas Javier Rodríguez Molero y Cándio Pozo. Gracias a mi queridísima diócesis de Toledo. No me cansaré de repetir que a ella debo todo en mi vida sacerdotal. Gracias a sus fieles laicos y consagrados, que me sostienen con su afecto y oración, especialmente los de las parroquias de Ntra. Sra. de la Purificación, en Nambroca, y de Santo Tomé, en Toledo. Gratitud muy especial a los seminaristas de Toledo, a mis hermanos sacerdotes, a los arzobispos titulares y a sus obispos auxiliares, desde el Cardenal Don Marcelo, hasta Don Braulio, pasando por los cardenales Don Francisco Álvarez y Don Antonio Cañizares. Como ya dije el día que se hizo público mi nombramiento episcopal, ruego al Señor que me conceda ser digno obispo de Don Marcelo, en cuya escuela deseo seguir aprendiendo. Gracias también a quien de forma inmerecida me ha regalado en la Iglesia su amistad fraterna y sacerdotal; a los centros académicos de Toledo, Roma, Madrid y Barcelona donde he compartido el gozo de servir a la fe del Pueblo de Dios desde la labor teológica. Mi agradecimiento a cuantos trabajan en la Casa de la Iglesia, sede de la Conferencia Episcopal Española, espacio privilegiado para fortalecer los vínculos de la comunión eclesial colaborando con personas admirables. Permitidme que recuerde en esta tarde a dos de ellas cuya compañía experimento desde el Cielo: la Hermana Julita y el sacerdote José Luis Moreno. Gracias, en fin, a la que desde ahora considero ya mi diócesis de Getafe: a don Joaquín, que con bondad extrema, me ha acogido como padre y hermano; a cuantos han preparado con esmero cada uno de los detalles de esta celebración; al coro diocesano, a los maestros de ceremonia; a las consagradas de los monasterios de clausura y de vida activa de esta diócesis, que me regalan el bien inmerecido de su vida de oración y entrega al Señor. La gratitud se convierte en compromiso al recordar que nuestro obispo nos ha convocado a una Gran Misión Diocesana, con motivo del 25 aniversario de la creación de la Diócesis de Getafe. Pidamos al Señor que derrame su copiosa bendición sobre nuestra Diócesis, para que llenos de amor por el hombre, con la antorcha de Cristo en la mano, impulsemos con decisión la nueva evangelización.
El segundo camino que os propongo para que todos sepan que Dios es amor, es el camino del encuentro con Jesucristo como fuente de alegría plena. Urgidos por el Santo Padre a descubrir de nuevo la alegría de creer y el entusiasmo de comunicar la fe, ruego a Dios nuestro Padre que me conceda, por el don del Espíritu Santo, poner en el centro de mi futuro ministerio episcopal las palabras de su Hijo Jesucristo: Os he hablado de esto para que mi alegría esté vosotros (ut gaudium meum in vobis) y vuestra alegría llegue a plenitud (Jn 15, 11). Puesto que la alegría brota espontánea en quien se sabe sostenido por el Amor más grande, os ruego que pidáis al Señor que me conceda, con mis palabras, pensamientos y afectos llevar a otros al encuentro con Cristo, de modo que viva mi nuevo ministerio episcopal como servidor de vuestra alegría (2 Co 1, 24).
El tercer camino, finalmente, que os propongo –el poder de las lágrimas- pasa por recordar una experiencia personal. Como bien sabéis, hoy empieza para mí el colegio, episcopal, sí, pero colegio. Cuenta mi madre que mi primer día de colegio no me quejé, me separé de ella dejándome llevar hasta el aula; no dije nada, pero por mi mejilla corrió una lágrima. Desde aquella lágrima ha pasado ya mucho tiempo. Ahora mi madre la Iglesia me introduce en otro colegio, el de los obispos, sucesores de los apóstoles. En esta tarde me rodean con su afecto y oración, los presentes y los ausentes, mis nuevos hermanos, “maestros y compañeros de clase”, a quienes dirijo de forma muy especial más gratitud de la que sé expresar. Permitidme que recuerde en esta tarde al muy querido Don Eugenio Romero Pose, cuyo amor alegre a la Iglesia quiero tener siempre como referente. Durante los años de trabajo en la Conferencia Episcopal he sido objeto de vuestras continuas atenciones y de bondadosa paciencia. Os ruego en esta tarde que sigáis teniendo paciencia conmigo, que me acojáis en vuestro colegio y que me ayudéis a compartir las cargas. De aquella lágrima del primer día de colegio, pido al Señor con vosotros que me conceda lágrimas en favor de las almas. En un hermoso texto que el Obispo de La Calzada – Logroño me ha regalado con su felicitación, leo el consejo de san Juan de Ávila a un nuevo obispo antes de ocupar su sede: “Aprenda vuestra señoría a ser mendigo delante del Señor y a importunarle mucho, presentándole su peligro y el de sus ovejas; y, si verdaderamente se supiere llorar a sí y a ellas, el Señor, que es piadoso –No llores (Lc 7, 13)-, le resucitará su hijo muerto, porque, como a Cristo costaron sangre las almas, han de costar al prelado lágrimas” (Carta177, Obras Completas IV, 589). Dichoso el obispo que al final de sus días puede hacer suyas las palabras de san Gregorio Nacianceno: “Me recogeré todo en Dios. Ya no me afectarán las lenguas humanas más que ráfagas de viento. Estoy cansado de las voces del que me denigra o del que me enaltece más de lo debido. Busco la soledad, un lugar inaccesible al mal, donde con una mente unificada busque a mi Dios y aliviar mi senectud con la dulce esperanza del cielo. ¿Qué le dejaré a la Iglesia? ¡Le dejaré mis lágrimas! Dirijo mis pensamientos a la morada que no conoce el ocaso, a mi amada Trinidad, única luz, de la cual la sola sombra oscura ahora me conmueve” (San Gregorio Nacianceno, Poemata de se ipso, XI: PG 37, 1154-1155).
Muy querido don Joaquín, queridos sacerdotes, personas consagradas y fieles seglares de la diócesis de Getafe, ayudadme a ser vuestro obispo auxiliar. A todos digo desde ahora, con las palabras que inspiraron el ministerio ejemplar del primer obispo de esta diócesis, Don Francisco José Pérez y Fernández Golfín: Muy gustosamente me gastaré y me dejaré desgastar por vuestras almas (2 Co 12, 15).
Confío el inicio de mi ministerio episcopal a la poderosa intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Nuestra Señora de los Ángeles, de quien quiero ser su esclavo, y al auxilio de Santa Maravillas de Jesús, de San Benito Menni y de los Beatos Mª. Ángeles de san José, Faustino Míguez y Jacinto Hoyuelos.
Que el Señor os bendiga.

José Rico Paves será ordendo obispo esta tarde en el Cerro de los Ángeles en Getafe: transmisión de Radio María

Cuarenta Obispos de diversas diócesis de España ya han confirmado su asistencia al acto de Ordenación Episcopal de D. José Rico Pavés, entre ellos el Cardenal de Madrid, Mons. Rouco Varela, y los Arzobispos de Toledo, Sevilla, Zaragoza, Granada o Santiago de Compostela; más de 450 sacerdotes y también los Alcaldes de distintos municipios del sur de Madrid y otras autoridades civiles y militares.

Para garantizar el seguimiento de esta ceremonia, que será presidida por el Obispo de la Diócesis, D. Joaquín María López de Andújar, el 21 de septiembre, a las 17:00h, se va a instalar una pantalla en el exterior del Santuario del Sagrado Corazón, en el Cerro de los Ángeles y habrá 600 sillas disponibles para que nadie se quede sin sitio.

Los coches deben quedarse en el parking situado al pie del Cerro.

JORNADA DIOCESANA DE INICIO DEL CUSO PASTORAL

Convocados todos los fieles diocesanos

El Vicario General de la Archidiócesis de Toledo, en nombre del Arzobispo Primado, invita a todos los diocesanos a participar en la Jornada Diocesana de inicio del curso pastoral 2012-2013, que se celebrará el próximo día 22 de septiembre, sábado, en el Salón de Actos del Colegio Nuestra Señora de los Infantes, en Toledo (C/ Paseo de los Bachilleres ). La ocasión contará con el siguiente orden del día: 

10,15: Llegada y acogida en el Salón de Actos

10,30: Oración inspirada en el cuadro “La incredulidad de Santo Tomás”, a cargo de Pilar Gordillo

11,00: Saludo y mensaje pastoral del Sr. Arzobispo. 

11,15: Charla y coloquio sobre la Carta Apostólica de Benedicto XVI: “Porta Fidei”, a cargo de José Rico Pavés, obispo auxiliar de Getafe.

12,15: Descanso

12,45: Presentación de los objetivos y actividades del curso pastoral 2012-2013, a cargo de las Delegaciones y Secretariados.

13,45: Entrega de la Carta pastoral del Sr. Arzobispo para el curso 2012-2013.

14,00: Tiempo para la comida.

15,30: Reuniones específicas por Delegaciones y Secretariados en las salas del Centro de Apostolado Seglar. Visita a las Exposiciones.

17,00: Primeras Vísperas del Domingo presididas por el Sr. Arzobispo Primado. Fin de la Jornada.

También nos recuerdan que se podrá comer al precio de 10 €, comunicándolo previamente, antes del 19 de septiembre, a la Secretaría General del Arzobispado: secretariageneral@architoledo.org , ó al teléfono 925 22 41 00 . Los tiques de la comida se pagarán y retirarán a la entrada del Salón. En cualquier caso, para quienes traigan bocadillos, el Colegio de Infantes habilitará los espacios necesarios.

NUEVE PREGUNTAS SOBRE EL AÑO DE LA FE


El próximo 11 de octubre iniciará el Año de la Fe, convocado por Benedicto XVI. Pero, ¿de qué se trata? ¿qué desea el Santo Padre? ¿qué se puede hacer? Respuestas a las preguntas que surgen a dos meses del inicio.

1. ¿Qué es el Año de la Fe?
El Año de la Fe “es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo” (Porta Fidei, 6).

2. ¿Cuando comienza y termina?
Comienza el 11 de octubre de 2012 y terminará el 24 de noviembre de 2013.

3. ¿Por qué esas fechas?
El 11 de octubre coinciden dos aniversarios: el 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y el 20 aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica. La clausura, el 24 de noviembre, será la solemnidad de Cristo Rey.

4. ¿Por qué el Papa ha convocado este año?
“Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas”. Por eso, el Papa invita a una “auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo”. El objetivo principal de este año es que cada cristiano “pueda redescubrir el camino de la fe para poner a la luz siempre con mayor claridad la alegría y el renovado entusiasmo del encuentro con Cristo”.

5. ¿Qué medios ha señalado el Santo Padre?
Intensificar la celebración de la fe en la liturgia, especialmente en la Eucaristía; dar testimonio de la propia fe; y redescubrir los contenidos de la propia fe, expuestos principalmente en el Catecismo.

6. ¿Dónde tendrá lugar?
Como dijo Benedicto XVI, el alcance será universal. “Tendremos la oportunidad de confesar la fe en el Señor Resucitado en nuestras catedrales e iglesias de todo el mundo; en nuestras casas y con nuestras familias, para que cada uno sienta con fuerza la exigencia de conocer y transmitir mejor a las generaciones futuras la fe de siempre. En este Año, las comunidades religiosas, así como las parroquiales, y todas las realidades eclesiales antiguas y nuevas, encontrarán la manera de profesar públicamente el Credo”.

7. ¿Dónde encontrar indicaciones más precisas?
En una nota publicada por la Congregación para la doctrina de la fe. Ahí se propone, por ejemplo:
- Alentar las peregrinaciones de los fieles a la Sede de Pedro;
- Organizar peregrinaciones, celebraciones y reuniones en los principales Santuarios.
- Realizar simposios, congresos y reuniones que favorezcan el conocimiento de los contenidos de la doctrina de la Iglesia Católica, y mantengan abierto el diálogo entre fe y razón.
- Leer o releer los principales documentos del Concilio Vaticano II.
- Acoger con mayor atención las homilías, catequesis, discursos y otras intervenciones del Santo Padre.
- Promover trasmisiones televisivas o radiofónicas, películas y publicaciones, incluso a nivel popular, accesibles a un público amplio, sobre el tema de la fe.
- Dar a conocer los santos de cada territorio, auténticos testigos de fe.
- Fomentar el aprecio por el patrimonio artístico religioso.
- Preparar y divulgar material de carácter apologético para ayudar a los fieles a resolver sus dudas.
- Eventos catequéticos para jóvenes que transmitan la belleza de la fe.
- Acercarse con mayor fe y frecuencia al sacramento de la Penitencia.
- Usar en los colegios el compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
- Organizar grupos de lectura del Catecismo y promover su difusión y venta.

8. ¿Qué documentos puedo leer por ahora?
El motu proprio de Benedicto XVI “Porta Fidei”;
La nota con indicaciones pastorales para el Año de la Fe;
El Catecismo de la Iglesia Católica;
40 resúmenes sobre la fe cristiana.

9. ¿Donde puedo obtener más información?
Visite la web http://www.annusfidei.va/content/novaevangelizatio/it.html

VUELTA DE LAS VACACIONES.



Queridos Adoradores:

Muchos pueblos finalizan estos días del descanso estival con sus ferias tradicionales dedicadas a honrar a la Virgen Santísima en sus advocaciones del Sagrario, de Guadalupe, del Prado, de los Remedios... fijamos en Ella nuestra mirada para comenzar el nuevo curso... Ella que es Madre de Fe nos lleva de su mano, podemos decir que ha concluido el verano, tras unos meses de descanso en este blog retomamos nuestra actividad y comenzamos un nuevo curso pastoral

Este curso nos traerá también  la declaración como Doctor de la Iglesia de San Juan de Avila, el año que celebraremos efemérides referentes al Concilio Vaticano II, a la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, como comunidad debemos prepararnos espiritualmente y en la acción para unirnos a todas estas celebraciones de la Iglesia Universal y Diocesana.

Va a ser un año pastoral muy intenso en el que todos estamos invitados a participar aportando lo mejor de nosotros mismos al servicio de los demás.

Las vacaciones son para descansar y renovar fuerzas, ahora toca agarrarse al arado y labrar la tierra, y sembrar la semilla el Reino en muchos corazones.

Santa María nuestra madre nos ayude a crecer en la fe, mostrandonos el fruto bendito que lleva en sus manos.


VIGILIA NACIONAL 2012


CRONICA VIGILIA DIOCESANA DE ESPIGAS 2012


La Vigilia de Espigas, anual, es muy tradicional en la Adoración Nocturna. El sentido de la misma es dar gracias a Dios por los frutos de la tierra y los logros del trabajo humano, poniendo este trabajo nuestro en sus manos para que El los transforme en frutos de redención. El centro de la misma, es la bendición de los campos con el Santísimo, tras salir, proce-sionalmente, a las plazas, calles y campo. Bendición que se extiende a todos los frutos de la tierra y también de los mares; y a las fábricas y talleres, etc., donde todos esos dones de Dios se elaboran para nuestro servicio y fin.

A la vez, es un encuentro de adoradores nocturnos de diferentes Secciones de la Diócesis y de otras extradiocesanas que nos acompañan, al que se une la comunidad parroquial, que, en comunión adoradora, acudiendo a la llamada del Señor, y unidos por los mismos lazos de acción de gracias, meditación, contemplación y expiación, pasamos unas horas de oración, encuentro y convivencia. Todo con un mismo fin: Adorar al Señor en las horas de la noche y darle gracias por los dones recibidos.

La parroquia de San Juan Bautista de la localidad de Camarena, la noche del 16 al 17 de Junio, ha sido la que en este año ha acogido la celebración de la Vigilia de Acción de Gracias Diocesana de Espigas.
En la ermita del Santísimo Cristo de la Sangre, a partir de las 20,30h., se fueron recibiendo a las Banderas y adoradores/as procedentes de las Secciones de: Camuñas (ANE); Escalonilla (ANE).- Fuensalida (ANE y ANFE).- Madridejos (ANE y Tarsicios); Ocaña (ANE); Orgaz (ANE); Oropesa (ANE y ANFE); Puebla de Almoradiel (ANE);  Puebla de Montalbán (ANE); Sonseca (ANE y ANFE); Talavera (ANE); Toledo (ANE y ANFE); Torrijos (ANE y ANFE); Turleque (ANE); Villacañas (ANE); Villatobas (ANE); Yépes (ANE y ANFE); Yuncos (ANFE) y las organizadoras de Camarena (ANE y ANFE). Nos acompañaron las de las Secciones de Alcalá de Henares (ANE) y Parla (ANE y ANFE), con sus respectivos Presidentes Diocesanos y los estandartes locales de las Hermandades de: la Virgen de la Caridad, patrona de la localidad, Cofradía del Nazareno y Cofradía del Cristo del Perdón. En total asistieron 30 Banderas (20 de ANE, 9 de ANFE y 1 de Tarsicios) y 3 Estandartes locales.

La Solemne Vigilia comenzó a la hora programada, las 22,30h., con la invocación al Espíritu Santo. Seguidamente, en procesión con las Banderas, acompañadas por los adoradores/as de las diferentes Secciones, a ambos lados de las mismas, nos dirigimos a la Iglesia Parroquia de “San Juan Bautista” entonando cantos de alabanza al Señor, con una gran participación de fieles de Camarena y la asistencia de la Corporación Municipal con su Alcalde al frente.    

La Santa Misa fue presidida por nuestro Arzobispo el Excmo. y Rvdmo. Mons. D. Braulio Rodríguez Plaza y concelebrada por el Rvdo. D. Aureo Matesanz Sáez, Director Espiritual de la Sección Adoradora y Párroco de Camarena, Rvdo. D. Félix González Díaz, Arcipreste y Párroco de Fuensalida y dos Sacerdotes más, asistidos por un Diácono.

D. Braulio, en su homilía, tras saludar a todos los asistentes, en especial a los adoradores de las Secciones vecinas de Alcalá de Henares y Parla y a las Autoridades Municipales, subrayó que: La Vigilia de Espigas reúne a mucha gente para esta acción de gracias. En lo que está la entrañas de nuestra fe, está la Eucaristía. La Eucaristía es lo que nos motiva. Tras la Eucaristía, lo que nosotros entendemos es que Jesucristo sigue ahí, se amplía a la procesión con el Santísimo y a la bendición de los campos, los pueblos y su gente. D. Braulio consideró que: Todo este afán y preparación, nosotros lo hacemos desde Jesucristo. La Eucaristía es la punta o el toque que nos hace ver mejor a Jesucristo. Y nos recodó que: Este Jesucristo, merece la pena ser adorado. Lo que aglutina la Iglesia es una persona. Al hilo del texto evangélico, aludió: El reino de Dios es El, Jesucristo, porque siendo grande se hace pequeño, y con El, nosotros, semilla pequeña, podemos crecer y darle gracias. Y precisó: ¿Qué es lo que me ha mantenido la fe? Es bueno que meditemos en nuestras vigilias esa palabra. Que El siga creciendo en nosotros, porque solo no podemos. Que Santa María la Virgen, en su advocación de La Caridad, nos conceda del Padre su gracia.

Al terminar la Santa Misa el Diácono expuso el Santísimo Sacramento. Tras la oración de “Presentación de Adoradores” ante el Santísimo expuesto, tuvo lugar la Procesión con Su Divina Majestad. Fue portado por el Sr. Arzobispo por las calles de la localidad, adornadas y engalanadas para tal fin, en una gran manifestación de amor y de alabanza al Señor con cantos, en las voces unidas de los adoradores/as y fieles de Camarena.

En la Plaza Mayor de la localidad, desde un pequeño Altar preparado al efecto, el Sr. Arzobispo bendijo con el Santísimo los campos, la ciudad y su gentes, y por extensión a toda la Diócesis.
De regreso al Templo y una vez en el mismo, el Santísimo quedo expuesto para su adoración. Se establecieron tres Turnos de Vela de una hora cada uno. Terminados estos y reunidos nuevamente toda la asamblea se hizo el rezo del Santo Rosario y la oración matutina de Las  Laudes. Concluida, el Director Espiritual de la Sección y Párroco, Rvdº D. Aureo, bendijo con el Santísimo a los presentes, procediendo a continuación a su Reserva. Con la salutación a la Santísima Virgen finalizo la Solemne Vigilia.

Toda ella estuvo enmarcada en un gran acto de fe, devoción y silencio orante ante el verdadero Hijo de Dios, realmente presente entre nosotros en la Hostia Consagrada.

Damos gracias a Dios que nos ha reunido ante su Divina presencia; a la Santísima Virgen, nuestra Madre, que siempre nos acompaña; al Sr. Arzobispo por su cercanía para con nosotros; a todos los Sacerdotes Concelebrantes por su apoyo espiritual; a las Autoridades locales por su colaboración y presencia, así como a D. Aureo, Párroco y Director Espiritual de la Sección y a todos los adoradores/as de Camarena por su acogida, dedicación y desvelo en la brillantez de la Vigilia, también a todos los que de una manera u otra han sido fieles colaboradores/as, jóvenes voluntarios y el coro.

Al término de la misma nos ofrecieron un agradable desayuno.
Que la Vigilia Diocesana y de Espiga, muy especial en nuestra Adoración Nocturna, nos lleve de manos de María a la presencia del Señor con confianza y humildad y nos haga ser Adoradores/as de noche y testigos de día.

Fotos de la viglia http://www.revistacamarus.site90.com/eventos/vigilia-diocesana.html