La «Adoración» se abre a enfermos y presos

MARÍA JOSÉ MUÑOZ / TOLEDO
DIARIO ABC 05/02/2012

Reclusos de la prision de Ocaña que acuden a misa los domingos participarán de esta iniciativa.
Los «adoradores perpetuos», esos quinientos creyentes católicos toledanos que nunca dejan solo al Santísimo Sacramento expuesto en la capilla de la Inmaculada, en la calle Trinidad, —todos los días y noches del año, a todas las horas—, tendrán a partir de ahora unos compañeros muy especiales que orarán junto a ellos, pero a distancia, desde sus casas o sus celdas.
Y es que acaba de nacer la Adoración Perpetua Asociada, formada en principio por unos treinta enfermos o impedidos que, desde sus domicilios o su habitación de hospital, se conectarán a una hora determinada a los adoradores de presencia física en la citada capilla para unirse en esa «comunión espiritual» que propicia la oración.

Así lo ha explicado a ABC Eufemio Romano, coordinador general de la Adoración Eucarística Perpetua, que el próximo 11 de febrero celebrará su séptimo aniversario en Toledo, donde fue instituida por el anterior arzobispo primado, el cardenal Antonio Cañizares. Próximamente, esta nueva iniciativa de oración se extenderá a los presos de las cárceles, concretamente a los de un módulo de 500 internos de la prisión de Ocaña. De ellos, entre 80 y 90 acuden a misa cada domingo, lo que representa un 20% de esa población reclusa, porcentaje muy superior al de católicos que se declaran cumplidores de este precepto en el ámbito nacional.

Eufemio Romano ya se ha puesto en contacto con el capellán de Pastoral Penitenciaria para que este proyecto se haga pronto realidad. «Se trata de que estos presos dediquen una hora a la semana para unirse espiritualmente con aquellos adoradores que están de presencia física en la capilla de la Inmaculada», dice.

«No estamos solos»

«Nosotros montaremos el servicio de tal manera que sepan, —tanto los enfermos, personas mayores impedidas o presos—, con qué personas están conectados espiritualmente a esa misma hora y que se cree un vínculo de unión, de saber que uno no está solo. En la adoración eucarística es necesaria la unión entre los creyentes, no estamos solos ante el Santísimo. El adorador no es un señor que llega allí y se pone muy pío, no: estamos acompañados, hay comunión espiritual entre nosotros», explica Romano. Muchas monjas de clausura de conventos toledanos, pese a ser la oración su principal entrega, también son «adoradoras asociadas». Para ello, estas religiosas destinan el tiempo libre de su recreo para seguir orando por los demás.